Para llorar

Es para llorar que buscamos nuestros ojos
Para sostener nuestras lágrimas allá arriba
En sus sobres nutridos de nuestros fantasmas
Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
Y sobre nuestra memoria de carne
Es para llorar que apreciamos nuestros huesos y a la muerte sentada
[junto a la novia
Escondemos nuestra voz de todas las noches
Porque acarreamos la desgracia
Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras
Respiramos más suavemente que el cielo en el molino
Tenemos miedo

Nuestro cuerpo cruje en el silencio
Como el esqueleto en el aniversario de su muerte
Es para llorar que buscamos palabras en el corazón
En el fondo del viento que hincha nuestro pecho
En el milagro del viento lleno de nuestras palabras

La muerte está atornillada a la vida
Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar
Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada
Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria
Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable
El viento abre los ojos de los ciegos
Es para llorar para llorar

Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces
Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras
Paloma de nube y de noche
De nube en nube y de noche en noche
Esperamos en la puerta el regreso de un suspiro
Miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido

Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios
Es para poder llorar es para poder llorar
Porque las lagrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde

Es para llorar que la vida es tan corta
Es para llorar que la vida es tan larga

El alma salta de nuestro cuerpo
Bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes
La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles
La noche llega a paso de montaña
Sobre el piano donde el árbol brota
Con sus mercancías y sus signos amargos
Con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo
La ciudad cae en el saco de la noche
Desvestida de gloria y de prodigios
El mar abre y cierra su puerta
Es para llorar para llorar
Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino

Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
Y la cabellera ardiente de la dicha
Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma
Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes
En donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana

Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
Y que no apagamos el fuego del cerebro

Es para llorar que la muerte es tan rápida
Es para llorar que la muerte es tan lenta

De El ciudadano del olvido, 1941

 


 

           La poesía es un atentado celeste

Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaron

Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco

Angustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol Cuántas cosas me he ido convirtiendo en
                                                                                             [otras cosas...
Es doloroso y lleno de ternura

Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación
Hay que guardar silencio Esperar en silencio


De Últimos poemas, 1948


 

                                     18

Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
Me voy tiernamente como una luz
Hacia el camino de las apariencias
Volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
Una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
Cuando los peces deshacen la cortina del mar
Y el vacío se hincha por una mirada posible

Volveré sobre las aguas del cielo

Me gusta viajar como el barco del ojo
Que va y viene en cada parpadeo
He tocado ya seis veces el umbral
Del infinito que encierra el viento

Nada en la vida
Salvo un grito de antesala
Nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
En la urna de las flores impacientes
Se encuentran las emociones en ritmo definido

 

 

De Tout- à- coup, 1925
Traducción de José Zañartu

 


 

                  3

Me alejo en silencio como una cinta de seda
Paseante de arroyos
Todos los días me ahogo
En medio de plantaciones de plegarias
Las catedrales de mis ternuras cantan a la noche bajo el agua
Y esos cantos forman las islas del mar

Soy el paseante
El paseante que se parece a las cuatro estaciones

El bello pájaro navegante
Era como un reloj envuelto en algodón
Antes de volar me ha dicho tu nombre

El horizonte colonial está cubierto todo de cortinajes
Vamos a dormir bajo el árbol parecido a la lluvia

 

 

De Tout- à- coup, 1925
Traducción de Teófilo Cid



 

 

               Invierno para beberlo

 

El invierno ha llegado al llamado de alguien
Y las miradas emigran hacia los calores conocidos
Esta noche el viento arrastra sus chales de viento
Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas

Oíd crepitar el arcoiris mojado
Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

La amargura teme a las interperies
Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso
Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis
Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

Seducciones de antesala en grado de aguardiente
Alejemos en seguida el coche de las nieves
Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

El salón se hincha con el vapor de las bocas
Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara
Y hay moscas
Sobre los suspiros petrificados

Los ojos están llenos de un líquido viajero
Y cada ojo tiene un perfume especial
El silencio es una planta que brota al interior
Si el corazón conserva su calefacción igual

Afuera se acerca el coche de las nieves
Trayendo su termómetro de ultratumba
Y me adormezco con el ruido del piano lunar
Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

Cae
Nieve con gusto a universo
Cae
Nieve que huele a mar

Cae
Nieve perfecta de los violines
Cae
La nieve sobre las mariposas

Cae
Nieve en copos de olores
La nieve en tubo inconsistente

Cae
Nieve a paso de flor
Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

Simiente de sonido de campanas
Sobre los naufragios más lejanos
Calentad vuestros suspiros en los bolsillos
Que el cielo peina sus nubes antiguas
Siguiendo los gestos de nuestras manos

Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias
Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío
El cielo emblanquece nuestra atmósfera
Entre las palabras heladas a medio camino
Ahora que el patriarca se ha dormido
La nieve se desliza se desliza
se desliza
Desde su barba pulida

 


De Automne régulier, 1925

 


 

                  Noche


Sobre la nieve se oye resbalar la noche

La canción caía de los árboles
Y tras la niebla daban voces

De una mirada encendí mi cigarro

Cada vez que abro los labios
Inundo de nubes el vacío
                                        En el puerto
Los mástiles están llenos de nidos

Y el viento
                gime entre las alas de los pájaros

LAS OLAS MECEN EL NAVÍ0 MUERTO

Yo en la orilla silbando
                                   Miro la estrella que humea entre mis dedos

 


De Poemas árticos,1918

 


 

     Contacto externo


Mis ojos de plaza pública
Mis ojos de silencio y de desierto
El dulce tumulto interno
La soledad que se despierta
Cuando el perfume se separa de las flores y emprende el viaje
Y el río del alma largo largo
Que no dice más ni tiempo ni espacio

Un día vendrá ha venido ya
La selva forma una sustancia prodigiosa
La luna tose
El mar desciende de su coche
Un jour viendra est déjà venu
Y Yo no digo más ni primavera ni invierno

Hay que saltar del corazón al mundo
Hay que construir un poco de infinito para el hombre

 


De Ver y palpar, 1941

 


 

                      TAM

Cantar
        al atardecer sobre los montes
Mirando pasar los aeroplanos
       Pájaros del horizonte
Que se amamantan en la luna

Tengo sed
Dadme de beber
                      Todas las cabelleras rubias

En el silencio
Se sienten huir algunos recuerdos

                 Piezas de caza desbandadas
Cómo cogerlos

Nadie ha podido detener mi marcha
Brilla el sol
               La vida vale la pena
Y tu recuerdo canta en mi reloj

                              El viejo Tam
                                                    En un fuego fatuo

Enciende su cigarro
Y se aleja cantando por el bosque

Tú serás
                 Toda la luz
                                       esta noche

Las marionetas que cuelgan
A los rayos de las estrellas
Son arañas

DANZA
            VIEJO TAM
                              DANZA

En medio de los siete hijos de la montaña

Coge en tu mano
Al que toca la flauta

TU
     CABEZA
                  CUELGA
                                DEL
                                       HUMO
                                                  DE TU
                                                             CIGARRO

 

 

De Horizon carré,1917

 


 

           Las ciudades


En las ciudades
Hablan
            Hablan
Pero nadie dice nada

La tierra desnuda aún rueda
Y hasta las piedras gritan

Soldados vestidos de nubes azules
                                                         El cielo envejece entre las manos
                                                         Y la canción en la trinchera

     Los trenes se alejan por sobre cuerdas paralelas

                                                          Lloran en todas las estaciones

El primer muerto ha sido un poeta
Se vio escapar un pájaro de su herida

El aeroplano blanco de nieve
Gruñe entre las palomas del atardecer

Un día
                se había perdido en el humo de los cigarros

                 Nublados de las usinas                          Nublados del cielo
                                          Es un espejismo

Las heridas de los aviadores sangran en todas las estrellas

Un grito de angustia
Se ahogó en medio de la bruma
Y un niño arrodillado
                                            Alza las manos

TODAS LAS MADRES DEL MUNDO LLORAN

 


De Halali, 1918
Traducción de José Zañartu

 


 

              Poema funerario

El pájaro de lujo ha mudado de estrella
Aparejad bajo la tempestad de las lágrimas
Vuestro ataúd a vela
Donde se aleja el instrumento del encanto

En las vegetaciones de los recuerdos
Las horas en torno de nosotros hacen sus viajes

Va rápido
          Va rápido impulsado por los suspiros
El mar está cargado de naufragios
Y yo he alfombrado el mar para su paso

Así es el viaje primordial y sin pasaje
El viaje instructivo y secreto
En los corredores del viento

Las nubes se apartan para que él pueda pasar
Y las estrellas se encienden para mostrar el camino

Qué buscas en los bolsillos de tu chaqueta
Has perdido la llave

En medio de ese zumbido celeste
Vuelves a encontrar en todas partes tus horas envejecidas

El viento es negro y hay estalactitas en mi voz
Dime Guillermo
Has perdido la llave del infinito

Una estrella impaciente iba a decir que hace frío

La lluvia aguzada comienza a coser la noche

 


De Automne régulier, 1925

 


 

AFORISMOS

  • Conocí un hombre interesante: no tenía principios.
    Un hombre, un verdadero hombre, no tiene principio ni fin. Como Dios.
  • Los perros le ladran porque iba vestido de Excepción.
  • El reloj del cementerio se adelanta un poco.
  • No hay nada más difícil que saber ser loco. ¡Qué cantidad de buen criterio se necesita para ser loco!
  • Ayúdate, que Dios no te ayudará.
  • Desarrolla tus defectos, que son acaso lo más interesante de tu persona.
  • Un hombre desnudo pesa más que vestido.
  • Ver la paja en el ojo ajeno y la viga también.
  • Has despedazado las leyes de tu corazón para someterte a las leyes de tu tribu.
  • En nombre del Arte.
    En nombre de la Belleza.
    En nombre de la Verdad.
    En nombre del Orden.
    En nombre de la Ley.
    En nombre de la Bondad.
    En nombre del Deber...
    Palabras, palabras.
  • He oído un ruido de cadenas que se rompen. Ha nacido un hombre.
  • No hay amor ilegítimo.
  • El mayor enemigo del poema es la poesía.
  • Axioma para los músicos: Los pájaros cantan mal.
  • Otro axioma para los músicos: Los barcos cantan mejor que las sirenas.
  • La vida es una cuestión de vida o muerte.
  • Es incomprensible que un individuo que haya estudiado profundamente la sociedad actual no sea comunista.
  • Es incomprensible que un individuo que haya estudiado profundamente el comunismo, no sea anarquista.
  • Un juez que en el momento de dar una sentencia no se está riendo interiormente de sí mismo y de la sociedad es un perfecto imbécil.
  • -Soy abogado, soy ingeniero, soy...
    -¿Y a mí qué? Eso sólo prueba que posees un diploma de limitación.
  • Una cortesana llena de melindres es tan repugnante como un ladrón económico.
  • Estúpido, ¿para qué arrojas cáscaras de plátano en mi camino?
  • Consejo a los pintores: Para estrangular a la Naturaleza hay que tener dedos de hada.
  • Mis versos son cálculos de evasión.
  • Nada amo tanto como lo imprevisto. Una gitana en Budapest me leyó el porvenir en las líneas de la mano.
    Yo me eché vitriolo y las borré.
  • La mayor de las degeneraciones y de las morbosidades es el espiritualismo.
  • Mascar cadenas, he ahí el plato más delicioso para el Hombre.
  • Las caricias son arañazos de animal doméstico.
  • Era tan mal actor, que lloraba de veras.
  • Eva en el Paraíso regalaba la manzana; después salió del Paraíso y empezó a venderla.
  • Las mejores cosas sobre mí las han dicho mis enemigos.
  • La Poesía soy yo.
  • Huir del hombre, huir de la naturaleza y sentarse encima del arco iris con una pluma en la mano.
  • Poco no importan los errores o las verdades en un gran autor.
    Por mi parte puedo asegurar que muchos autores me gustan más en sus imperfecciones que en sus aciertos.
    Lo que nos interesa en Nietzsche no son las verdades de Nietzsche sino la nietzschesidad de Nietzsche.
  • ¡Oh, qué delicia! Jugar con fuego.
  • Las creencias religiosas tienen como origen la ley del menor esfuerzo.
  •  


     

                Arte poética


    Que el verso sea como una llave
    que abra mil puertas.
    Una hoja cae; algo pasa volando;

    cuanto miren los ojos creado sea,
    y el alma del oyente quede temblando.

    Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
    el adjetivo, cuando no da vida, mata.

    Estamos en el ciclo de los nervios.
    El músculo cuelga,
    como recuerdo, en los museos;
    mas no por eso tenemos menos:
    el vigor verdadero
    reside en la cabeza.

    Porque cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
    hacedla florecer en el poema;

    sólo para nosotros
    viven todas las cosas bajo el sol.

    El poeta es un pequeño dios.

     


     

      Futurismo


    Futurismo, arte del futuro. Pero si hacemos el arte del mañana, ¿qué haran los artistas del mañana? Tal vez harán el arte de hoy día. ¡Hermosa inversión de papeles!
    Ya que no vivimos mañana y que ellos no viven hoy, nos arriesgamos a equivocarnos, y seguramente nos equivocaremos, y también ellos, nacidos en otra atmósfera, en medio de otros problemas y de otro ideal, habrán de equivocarse como nosotros.
    Mejor sería resignarse a hacer humildemente el arte de nuestros días sin preocuparnos del día siguiente.

     


     

    Surrealismo


    Considero inferior vuestra poesía del surrealismo tanto por su origen como por sus medios. Haceís que la poesía descienda hasta convertirse en un vulgar truco de espiritismo.
    La poesía ha de ser creada por el poeta con toda la fuerza de sus sentidos más despiertos que nunca. El poeta tiene un papel activo y no pasivo en la composición y engranaje de su poema.

     


     

    La poesía de los locos


    La poesía de los locos no me interesa como poesía, pues no estoy loco; tampoco la música de los ángeles me interesa algo más, ya que no soy ángel.
    Soy un hombre, simplemente, un poeta, y lo que me interesa es la poesía de los poetas.
    .......................................................................................................
    No hagáis poesía de lo que ya lo es sin necesidad de vosotros. La miel sobre la miel da asco.

     


     

    Altazor (Prefacio)

    Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.
    Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
    Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
    Amo la noche, sombrero de todos los días.
    La noche, la noche del día, del día al día siguiente.
    Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
    Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra alglobo que cae.
    Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris.
    Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.
    El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.
    Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.
    Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable.
    Junto con marcharse los últimos, la aurora desapareció tras algunas olas desmesuradamente infladas.
    Entonces oí hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vacío, hermoso, como un ombligo.
    «Hice un gran ruido y este ruido formó el océano y las olas del océano.
    »Este ruido irá siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irán siempre pegadas a él, como los sellos en las tarjetas postales.
    »Después tejí un largo bramante de rayos luminosos para coser los días uno a uno; los días que tienen un oriente legítimo y reconstituido, pero indiscutible.
    »Después tracé la geografía de la tierra y las líneas de la mano.
    »Después bebí un poco de cognac (a causa de la hidrografía).
    »Después creé la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equívocas y los dientes de la boca, para vigilar las groserías que nos vienen a la boca.
    »Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador.»
    Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.
    Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo.
    Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.
    Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:
    «Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.
    »Se debe escribir en una lengua que no sea materna.
    »Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.
    »Un poema es una cosa que será.
    »Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
    »Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
    »Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.
    »Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.»
    Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.
    Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.
    Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:
    »Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?
    »Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.
    »Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.
    »Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.
    »Digo siempre adiós, y me quedo.
    »Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.
    »Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.
    »Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.
    »Ámame.»
    Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas.
    Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.
    Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.
    Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos.
    Ah, qué hermoso..., qué hermoso.
    Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles.
    Veo la noche y el día y el eje en que se juntan.
    Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas.
    De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino.
    Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.
    La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada.
    Aquél que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados.
    Aquél que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos.
    Aquél que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos.
    Aquél que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.
    Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos.
    Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.
    El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola.
    Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.
    Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo.
    El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón.
    Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.
    Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.
    Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.
    Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.
    Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia.
    La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.
    Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo.
    Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ése es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra.
    Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo.
    Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte.
    ¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados.
    Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán.
    Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.
    Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
    Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.
    ¿Qué esperas?
    Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.
    Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.

     

     

    VICENTE HUIDOBRO
    Material obtenido de: Ñusleter -Mensaje periódico de divulgación literaria- N° 48
    niusleter@niusleter.com.ar