(Presentación del libro “Versión de la Noche”, de Mónica Melo. Presentó: Clara Vasco).

 

“Yo no quería baldosas mojadas ni veredas hechas de intrigas, amigos y sol, yo no pedía dejar el jardín, sólo inventaba mis flores y viajes con palabras. Tenía que decir algo uniendo letras y silencios, juntando vocales y sílabas y más tarde sonidos, nombres: el sentido.”
“Recuerdo que al libro regalado yo no lo podía leer. Esa desesperación, esa astilla despierta, de noche, la ignorancia, tocar las páginas, llorar desnuda sobre el libro, no saber si lo que me decían ellos, esa historia, era realmente la que querían las palabras. Sufría loca, ciega...”
Mónica, Mónica niña, llorando desnuda sobre el libro porque no lo podía leer. ¿Qué es? Curiosidad, sensualidad. Mónica, Mónica niña, inventaba viajes con palabras, uniendo letras y silencios. Una relación con las letras escandalosamente vital.
(Y luego encontraste ese amor literario en tus queridos Vallejo, Borges, Pizarnik, Orozco, Lispector y tantos otros. Hablaste largas horas con ellos como quien habla con amigos y maestros.)
(Y mucho después reafirmaste tu comunión con la escritura : La Sangre es la Tinta)
Hay en su versión de la noche, una mirada sobre las cosas teñida de pasión, hay esa forma de narrar el alma, desde el uso de una materia por ella profundamente conocida, pero a la vez irreverente, y permitiéndose jugar con todas las estructuras . Con sus dones de escritora, construye desde la narrativa histórica, el cuento fantástico, la metáfora, el dialogo, lo onírico, la creación pura.
Ella usa una rueca para hilar sus vivencias, y seguro se pincha un dedo y brota en la yema una gota roja redonda que la hace vibrar, y así va armando una finísima tela, a veces blanca transparente, a veces manchada, celeste, oscura. Allí están su infancia, el éxtasis del descubrimiento, el dolor de las palabras, el amor en forma de pan recién horneado, el misterio como un pájaro negro que arranca las ataduras de la verdad a picotazos. Pero para ella la materia es también la maravilla y el asombro 

 

La sangre es la tinta, El cuerpo es papel

Muchos lo saben, no puedo hacer esta presentación más que desde mi subjetiva percepción de su poesía y desde la amistad y admiración que siento por ella. Mónica escribe “a dentelladas secas y calientes”, o posa sus dedos delicadamente sobre las letras y las silabas, como acariciando el cuerpo de su amado cristo, en agonía y en gozo.
Una comunión, una eucaristía, Mónica. Y su escritura escandalosamente sensual y mística. El espíritu y la carne se nutren se devoran mutuamente . ¿(No es así Mónica, dijiste “escribir es carne de deseo”?) Sus palabras forman un cuerpo imposible de leer sin sentirse transportados a la realidad sensible, y a la que esta fuera del mundo, lo que no se conoce, el misterio, la fe.

 

La sangre es la tinta, El cuerpo es papel, La palabra está viva

Dije sensualidad , ahora digo: la curiosidad mueve la escritura de Mónica. Ese animal que tira fuertemente del carro de su tinta. (No dijiste, también, en esa noche en que peinabas la nostalgia sobre la mesa, que “hay felicidad en el ardor de curiosear aun más, darse vuelta y dejar que todo el cielo se haga uno y perderse flotando...” )Y digo ahora poder . Puede soñar, transgredir, amar, escribir, todo está unido. Ella, “la que no tiene sitio, la que no busca quicio”, vaya si lo encuentra.

 

La sangre es la tinta, El cuerpo es papel, La palabra está viva

Ella dijo: “Rasuré mis axilas y mi pubis. Dormí transfigurada y aprendí la inusual medida de los dones. La compasión, el perdón. Supe qué es estar con Él. Amarlo. Comer todos los días el cielo prometido. Devorarlo en cada cosa que yo decía o tocaba. Atrozmente ofenderlo” ... “...llevándome la cruz a la boca, la cadenita entre el paladar y los dientes. Me acerqué de nuevo al misterio de Dios, esta vez con arena en los ojos para que me escuchara un hombre con el cuerpo ardido”
Y en el poema “Revelación del Libro”: “... un patio abierto con zanahorias que yo dejaba olvidadas sobre el dulce casero y mezclaba los sabores como hoy las sílabas, mis manos en el azúcar tocando al fin la felicidad. La mía” O en “Fernanda ”: “Ella prefería hundirlas en los panes que jamás los sirvientes le dejaban cocinar y en el pelo de las mujeres morenas que sólo tocaba con ardor en los sueños y en las misas”..
(Mónica! ¿quién te enseñó tanta pasión, quien te hizo, tan frágil, tan fuerte?)
Ella toda se funde toda en su escritura y acciona la palabra cuando dice: “Voy a mover el polvo y debajo veré lo que aún no sé buscar. Mover la palabra noche . Es lo único que tengo que hacer”
Y las bellas bocanadas de metáforas que agregan oxígeno al aire: “El asma es una flor de papel en agua desplegada” ....... “Ayer la luna comenzó a agrandarse como duda blanca, un pálido clavel de pan en la selva del cielo”.
Como gotas de luz tras la tormenta, recorre sus versos el arte poética. Dice “Escribir es carne de deseo, la fuerza terrible que fluye, la espera de la consumación, el perpetuo estallido ”. Y el poema “Privilegio” es en sí un arte poética. Los últimos versos: “Papeles encendidos, sangre, tinta, es lo mismo. Enterrada en tu vientre queda la felicidad: escríbela. Es mucho más que la celebración del sexo. Un cuchillo de éxtasis roto: tu palabra”
Este libro es su personal y única Versión de la Vida. Abriremos grandes los ojos y el pecho.. Porque el cuchillo de éxtasis roto abre surcos, busca, lastima, pero también devela. Será entonces como ella dijo “otro golpe de sangre en todo el cuerpo” Si no, ¿cómo encontraremos el camino en la oscuridad? ¿ Cómo buscaremos a los niños que se pierden? ¿Cómo ibas a dejarnos sin algo bello, tan necesario para soñar el amor, la vida, las fiestas?

Con sus propias palabras yo le digo: gracias por “Agitar con la tinta este silencio” por ser “La reina, la amante, ... la que empuja con saliva el mar”