Tu fina cara de miel, nena.
Tu pelo que va y viene.
Tu boca con las claras de la menta.
Tus tacos de madera.
Nosotros y el vino.
La jarra y tu cigarro.
Mi mano en tu cadera.
Mi agua en tu mejilla.
Sus brazos almidonados.
Su dedo y su regazo.
Su risa y su poder.
Su niñez y su adultez.
La comida antojadiza.
La ideología quimérica de la alianza.
Y ahora tengo ganas de ser un albañil a tu medida.
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Delfino Ezequiel
Avisos y señales
Después de los sesenta
Mi cuerpo concede señales:
Alertas de dolor
Y sobresalto.
Los avisos del alma/ sin embargo
Son remotos
O recientes:
Van de la senectud a la infancia.
Es que Dios me ha dibujado
Dos portales entreabiertos.
Por uno escapan los años
Como jilgueros
Adelantados a la tormenta.
Y al otro sabiduría
Penetra siempre
Advirtiendo.
Cara y seca
Cuerpo y alma:
Juntos van los dos
Como bueyes en coyunda.
Cartolano Carlos
Grito hacia el desierto
El poeta se queja
sobre la almohada de cuatro meses
de una lacedemonia prostituta.
En sus ojos blandos
danzan calles como sogas,
corbatas como sogas,
poemas como sogas.
El periodista termina ya su crónica
de dos seres sin importancia.
Una paloma retoza con alborozo sus plumas
en su piscina de agua lluvia
mientras los habitantes del barrio Santa Fe
empolvan sus esperanzas,
desarrugan los trajes
para el siguiente acto.
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Barrio Santa Fe
El taxi de párpados rojos
lame las entrañas de la ciudad.
El saldo a favor de sus ocupantes
es el que permite un solo de trompeta,
el whiskey barato
no escancia mejores baladas,
las manchas registradas de la calle
son para seres de arena.
Alguien dejó olvidada una invitación
al entierro de un buen amigo
que calmó su angustia
entre las piernas de una zagala.
Un billete de urgencia
para una estación de vértigo,
un beso de papel maché
para una solitaria lengua,
una flor de trazos apagados
para una marquesa falsa.
Un semáforo en rojo
margina la lectura embozada.
Tocará correr,
los lauros de la noche
se quedarán olvidados
en la silla de atrás
del taxi de párpados rojos.
En la comisura del suicidio,
en la cornisa del café,
dos cuerpos no cierran su contrato
Bajo michoacano
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A Roberto Reséndiz Carmona.
El arco de tierra
siembra sensaciones
sobre el bajo michoacano
brotan piedras tristes,
alambiques de santidad
y uno que otro murciélago.
En la lluvia tarde
un hombre de negro
recoge partituras
que regala como besos
a las mujeres sin luz.
García L. Rodolfo
En un banco
En un banco
con sus piernas cruzadas,
un niño hace burbujas azures.
Juega,
las anima con su boca
sin saber lo fugaz del viento.
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Una gota
Una irónica gota marca el segundo.
El silencio reverencia el viento y los gorriones.
Los pellizcos de la vida nos despiertan.
Salgo gateando hacia el resplandor,
tambaleante
como una muñeca de trapo,
cada vez que elijo.
Un envión más de Dios
y saldré en bicicleta hacia la luz.
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Los barcos
Se elevarán los barcos sobre el mar
cuando lance mi reloj al horizonte.
¿ Ascenderán las hojas entre suspiros?
Viene del silencio la voz de la inocencia
para hamacarme en una cripta azul.
Del libro La Dama del puerto (2004)
Ana Marcó
TRAS EL ECO DEL ÚLTIMO ÁRBOL
Hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar.
José Lezama Lima
La amé
como si todo el cielo formara parte de una sinfonía
fui reuniendo partículas hasta encontrar su vientre
que se escondía disperso entre flores y ruidos y otras cosas
pero Después…
-ahora-
el pulido vientre del bosque me amenaza
he aquí una nueva pared
he aquí una figura o luna de ceniza
¿acaso sombra? tal vez
(los minutos parecen murciélagos)
La amé
por primera vez donde nos conocimos
mil veces luego en la perfecta curva de los acordeones
llorando al mediodía de un noviembre gris casi domingo
pero Después…
-ahora-
el aire se detiene para mirar la humedad oculta de mi rostro
pesadilla de algo que fue memoria verde
ya inmóvil bajo la luz
¿acaso sombra? tal vez
(la distancia muerde movimientos)
La amé
porque era una cortina de tela inoxidable
llena de aves que venían de muy lejos
para poblarme el sentimiento con sirenas y párpados
pero Después…
-ahora-
la soledad murmura dos lágrimas inmensamente negras
veo túneles
no hay remedio tras el eco del último árbol
¿acaso sombra? tal vez
(esa mujer tiene mucho de intemperie)
Fidel Antonio Orta.
La Habana, Cuba. (Y día 12 y siglo pasado)
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ÚLTIMO RECURSO
La luz vendrá mansa y trenzando el aire
con el agua apenas recordada.
José Lezama Lima.
Me fui encorvando lentamente
hasta encontrar el mundo bajo un sillón de hierro.
Poco después la soledad
abrió sus brazos ceremoniales
y lo que ayer fue armonía es hoy pañuelo,
partícula quizá de alguna sombra.
Tiemblo.
Alguien silba desde una foto ya sin paisaje.
Huye la risa,
esta vez consumida por cerrojos.
Entonces grito.
Único pretexto para lanzar mis puños como ancla.
Fidel Antonio Orta
La Habana, Cuba. (Y día 23 y siglo pasado)
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ALGÚN QUE OTRO DERECHO
Una mujer
cuyo nombre me callo afirma que no puede vivir sin mí.
Ante tal situación insostenible
solicito que se me otorgue algún que otro derecho
para dejar su amor al borde de un ataúd
lleno de velas, polvo y huesos amarillos.
Para dejar su risa en el invierno,
sus locas manos en el viento
y su morada voz donde primero pueda.
Algún que otro derecho para vivir
sin la tormenta que producen dientes
labios
mentiras
movimientos
que llegan a través de lenguas profundas
y convierten mi vida en un relámpago.
No pido otra cosa.
Necesito algún que otro derecho
para sacarla legal o ilegalmente del país.
Australia sería un buen lugar.
A ella siempre le gustaron los lúbricos canguros.
Fidel Antonio Orta
La Habana, Cuba. (Y día 26 y siglo pasado)
La queja
Cómo puedo callar el dolor
Cómo puedo ocultar la pena
Cómo puedo no sentir rencor
Si me quema la sangre en las venas
Lloro cuando al mirar recuerdo
Lloro cuando viene a mi pensamiento
Que la vida como ingrata se comporta
Cada vez que alguien nos importa
He visto a mis seres ya idos
Los he palpado en ambos lados
Como padres, como hijos, hermanos
Y no puedo en los míos encontrarlos
Haciendo lo mínimo que aspiro
Lo poco que de ellos solicito
Lo escaso que llenaría mi contento
Veo que día a día me quejo
Lo hago consciente del dolor que siento
Lo hago y me lleno de remordimiento
Por ello pido perdón, real sentimiento
De un hombre que se ve envejecido
Sigue con dolor, al que lleva dentro
Y cada vez que se pregunta,
Denota, que hay un tormento
Del que no se despende el hombre
Del que se lleva a cuesta,
No por un momento, sí, por el tiempo
Samuel Akinin
ENSAYO DE UN ÁRBOL
Ensayar un árbol en el poema
Asentar su raíz en el fondo blanco
De la hoja
Sembrarlo a la plenitud del día
Ensayar un árbol en cada poema
Orientar sus ramas
Hacia los cuatro puntos cardinales
Al Norte la rama del sentido
La segunda al Sur el rumbo
Al que emigran todos los pájaros
La tercera hacia el Este
El territorio donde nace la luz
Y soplan los vientos del solsticio
La última rama hacia el Oeste
El punto hacia donde fluye todo esplendor
El sitio en el que crece la noche
Y se confunden todos los árboles
Los árboles del mundo y los de la palabra
Fernando Ruiz Granados (México)
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JARDÍN
En este lugar fue construido un jardín
En este lugar la luz levantó sus bóvedas
En este lugar fue sembrado el árbol
Cuya forma une al cielo con la tierra
En este lugar brotó la primera fuente
En este lugar nació el río de cuatro brazos/
Que se extiende por los cuatro rumbos de la tierra
En este lugar todas las semillas rindieron fruto/
En este lugar empezó todo
En este lugar el hombre nombró todas las cosas/
A los peces del mar
A las aves del cielo
A las bestias de la tierra
En este lugar la mano desprendió el fruto/
Si descansas tu oído sobre la tierra
Alcanzarás a oír sus antiguos murmullos
Si descansas tu oído sobre la tierra
Escucharás el vuelo del primer pájaro
Si descansas tu oído sobre la tierra
Escucharás tus pasos
Fernando Ruiz Granados (México)
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TAUBE
Esta paloma no conoce diluvios
No sabe de Arcas
Ni de altares de piedra y holocaustos
Esta paloma ignora el naufragio de la luz/
La imposibilidad de la palabra
Los signos escritos y borrados por el viento/
Los pasos perdidos de la arena
Sabe de los raudales de claridad del día
De las espumosas ondas del mar
Que dicen su nombre
Cuando sopla el aire fresco
De la lluvia que vacía las populosas plazas
De los portales semioscuros de la tarde
Esta paloma como el mundo
Surge de la penumbra
Del albor de sus alas
Amanecen las blancas ciudades del día
Han pasado siglos
Y no ha faltado tierra
Donde descansar su vuelo
Fernando Ruiz Granados (México)
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AGUA DE PIEDRA
Todo quiere seguir siendo lo que es
El río que transcurre y que no cesa
El paciente viento que labra la montaña
La noche callada que no desgastará la eternidad/
La mañana que madura como un fruto
El árbol que erige su antigua figura en los jardines/
La desgastada arena de cuyo polvo se construye todo/
El fuego dormido en la ceniza
La nube de oro que enciende la fragua del ocaso/
La inscripción de piedra labrada por el poeta/
Los territorios de sombra desgajados por el rayo/
La nieve eterna que aguarda el despertar de la luz/
La solitaria luna
El ojo del lobo que atisba la tiniebla
El sol que asciende desde la honda oscuridad
El paisaje que funda la mirada
El Universo entero que se hace y se deshace/
El pájaro que escribe sus signos en la arena/
Las letras que el viento escribe y borra
Fernando Ruiz Granados (México)
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DATOS DEL AUTOR
Fernando Ruiz Granados (Ciudad de México, 1958). Poeta y narrador. Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Veracruzana. Ha publicado en 14 países. Libros suyos han sido traducidos íntegros al náhuatl, inglés, francés, portugués e italiano. Es autor de los libros: Poemas de Brindisi, Desierto, Jardín de piedra, Recinto de la rosa, Devoción del colibrí, y Adarga.
Su poesía ha recibido numerosos premios y reconocimientos en México y el extranjero. Entre ellos: Premio Latinoamericano de Poesía Plural ; Premier Prix de Poesía -para escritores extranjeros- del Club de Poésie de Veyrier du -Lac de Francia; Premio Internacional de Poesía Salvador Díaz Mirón. Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde; Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa; Premio Nacional de Poesía Jorge Cuesta. Primera Mención de Honor del Primer Concurso Mundial de Poesía César Vallejo en Londres; finalista del XII Concurso Internacional de Poesía "La Porte des Pòetes" en París.